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EDGARDO VALDÉZ

 

Sevilla, 1902.

Para su familia fue el pobrecito.

Señalaban que la desdicha lo había acompañado desde los ocho años, cuando su padre atizó el caballo del que él se estaba bajando.

Su cabeza dio contra la tierra, él dijo que no le había dolido, pero sus padres siempre dijeron que notaban las consecuencias.

De a poco pasaron a recluirlo en la pieza del fondo y a él ya no le interesó salir.

Solo recién arriba del barco, en 1913, junto a su madre y a su hermano, salió a ver el sol durante las mañanas. Iban a vivir a Buenos Aires, a ver qué les deparaba el Nuevo Mundo.

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