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AMELIA MONTENEGRO

 

Santa Fe, 1907.

No fue el “varoncito” que su padre esperaba; así que a los 16, cansada de que Vicente, su padre, la hiciera su mula de carga, se fue con el circo del Gringo.

Ayudante de lanza cuchillos, algo que ella definía como muy romántico, conoció a quien sería su marido la noche del problema, como lo llamó.

De esa función, se llevó una marca que descubrió al desvestirse en el carromato. Una sutil cicatriz sobre el hombro izquierdo que Héctor besó cada noche desde que estuvieron juntos.

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