ANA VALDEZ
Buenos Aires, 1925.
La primera vez que quedó embarazada, no reconoció su estado hasta el quinto mes. La panza le salía por debajo de los pechos y sus gustos cambiaban intermitentemente, pero ella prefirió pensar que se le estaba yendo el período.
Sabía que era algo joven para eso, pero la negación fue para ella un gran aliado.
El mismo recurso al que apeló varios años después.
Sus hijas tenían 21 años Linda, y 23 Ana. A la menor, hacía tiempo que no la veía. Distanciadas por diferencias políticas, había decidido retirarle la palabra.
Cuando su hija mayor llegó la tarde del viernes 20 de mayo de 1977, desencajada, diciendo que no podía encontrar a Linda, ella prefirió no entender. Aunque esperó que llegara Herman para contarle, ella opinó que lo más probable era que su hija menor se hubiera ido de viaje. Tenía novio, sabían, aunque ellos no lo conocieran.